Por Navidad, regalemos salud mental

Navidad y emociones

Se acerca el final de otro año. Las calles vuelven a engalanarse con luces y colores para celebrar la Navidad y dar la bienvenida a un nuevo año. Es momento de reunirse con seres queridos. Los que tenemos cerca y los que no tanto. De reír y compartir. Momento de celebrar. 

También, en esta época del año solemos recordar a quienes estuvieron y ya no. Hay quienes echan en falta volver a casa con seres queridos, o quienes esta vez, simplemente, no encuentran motivo para celebrar. 

La Navidad se asocia a felicidad, celebración y reencuentros. Sin embargo, no para todo el mundo significa lo mismo. Hay para quien tan señaladas fechas suponen todo lo contrario. ¿Cómo es una comida navideña para personas con TCA? ¿Cómo se siente la primera foto familiar sin esa persona? ¿Cómo se celebra sin compañía o ganas para hacerlo? ¿Qué pasa si lo que iba a ser la Navidad perfecta termina no siéndolo? 

Es cierto que no para todo el mundo es una época llena de una magia especial. Y sí, es que hay momentos en los que, por muy Navidad que sea, no sentimos que sea tiempo de celebración. Cabe preguntarse entonces, ¿hay algo que se pueda hacer para acompañar a esas personas en este tiempo? ¿Cómo me cuido si estoy en uno de esos momentos complicados? ¿Y si, simplemente, no me gusta esta época? Veamos algunas formas de regalarnos salud mental por Navidad. 

 

LAS FIESTAS PERFECTAS NO EXISTEN 

La idea de que todo salga “perfecto” es poco realista. Siempre hay algo que no sucede tal y como lo habíamos planeado. Comida que no gusta a todos, una silla coja, regalos poco acertados, atascos en la carretera… Poner el objetivo de que todo debe salir perfecto implica asumir que, si algo no sale como estaba planeado, es un fracaso. Sentir ese fracaso es lo que realmente puede impedir disfrutar de estas fechas. 

Por contra, si nuestra expectativa es que las cosas salgan lo suficientemente bien como para poder juntarnos y pasarlo bien, será más fácil que disfrutemos, aunque no todo salga tal y como esperábamos. 

 

DESCANSAR DE CELEBRAR TAMBIÉN AYUDA A PASARLO BIEN 

En estas fechas, la agenda se llena de eventos. Puede que hasta llegar a resultar estresante. Y claro, como es Navidad, momento de reencuentros, de cierta manera nos sentimos “obligados” a decir que sí a todos los planes. 

Empalmar unos planes con otros puede resultar agotador. Por ello, permitirnos rechazar algunos planes y priorizar el descanso de vez en cuando también está bien. Nos ayuda a coger los siguientes con ganas. De no hacerlo, podemos llegar a hartarnos y sentirlo más como obligación que como algo apetecible. 

 

COMER ES SÓLO UNA EXCUSA 

Aunque la comida es el momento de socialización por excelencia en nuestra cultura, hemos de recordar que juntarnos para comer no es sino una excusa para reunirnos con seres queridos a compartir un rato agradable. En ese caso, demos a la comida la importancia justamente merecida. 

Centrar la conversación en algo que no sea la propia comida o cuánto y de qué come cada uno no sólo ayuda a sacar otros temas de conversación interesantes. Puede facilitar que personas con dificultades con la alimentación también disfruten del evento. Hablar de otras cosas contribuye a cambiar el foco del problema, reduce la probabilidad de que se sientan juzgadas y mejora su integración en la dinámica social. 

 

PERMITAMOS TODAS LAS EMOCIONES 

Días tan señalados y culturalmente asociados a seres queridos y felicidad pueden también intensificar emociones desagradables. Duelos que se reavivan, soledad que se hace presente, nostalgia por momentos pasados… Tal vez sólo no nos apetezca celebrar; o, aunque queramos, puede que no todo sean risas. 

Evitar el imperio de la happycracia (la dictadura de la felicidad) no siempre es fácil. Está muy aceptada culturalmente, sobre todo en las fiestas, por lo que tendemos a rechazar otros estados como el enfado o la tristeza. 

Aceptar otras emociones que no se sienten tan bien no significa que las busquemos. Lo que buscamos es que sean menos intensas o que duren lo menos posible, por lo que aceptarlas significa recogerlas, acompañarlas mientras están presentes, escucharlas y comprenderlas. Sobre todo, dejar que salgan. También merecemos el regalo de que nos acompañen cuando estamos mal en Navidad. 

 

EL GRINCH TAMBIÉN PUEDE PASARLO BIEN EN NAVIDAD 

Que no nos guste el ambiente de las fiestas navideñas no significa que no se pueda disfrutar de aquello que lo rodea. No es necesario decorar la casa o jugar al amigo invisible para organizar eventos en estas fechas.  

Existe la posibilidad de tomarlo como un periodo vacacional más, independientemente del motivo. En verano, por ejemplo, también se llena la agenda y nos reencontramos con gente, ¿no? Incluso, ¿por qué no inventarse un motivo diferente para celebrar? Al final, lo que importa es poder disfrutar de los nuestros. 

Psicólogo en Elche Héctor Martínez

Psicólogo Adultos y Adolescentes