El valor de los cuentos

el arte de sanar a través de los cuentos” es algo que Lorenzo Hernández Pallarés transmite desde su experiencia de más de 30 años. Lo tiene muy presente y es que, no hay nada más valioso que compartir con los niños historias que fomentan la adquisición de valores a través de los cuentos.

A nivel familiar, esto nos ayuda por un lado, a mejorar los vínculos con nuestros hijos a través de ese tiempo compartido, a fomentar el diálogo ante situaciones que les puedan preocupar, así como a reflexionar sobre circunstancias que sean significativas e incluso, a superar situaciones adversas para ellos.

La tristeza, la ansiedad, el amor, la sorpresa, la intolerancia o la impaciencia, la inquietud, el egoísmo, la envidia, los celos, la frustración, la rivalidad, el arrepentimiento… Sentimientos y emociones que se reflejan en cada narración, hace que los niños puedan identificarlas y empatizar con la situación que se está reflejando en cada página, les puede ayudar a afrontarlas, adquiriendo un aprendizaje que le dota de habilidades para manejarlas de una manera diferente.

La pérdida al miedo y/o cualquier emoción que para ellos puedan ser difíciles de gestionar, utilizando como herramienta los cuentos, les puede ayudar en la búsqueda de alternativas ante cualquier dificultad en la que se puedan encontrar en determinadas circunstancias y momentos, y ser este recurso que aparentemente puede ser únicamente lúdico y educativo, ser también un motor de cambio para los niños/as.

Las historias a través de los cuentos, les ayuda a ser conscientes de las emociones, de las dificultades ante momentos dolorosos y les ofrece soluciones a los problemas que les inquietan, ayudándoles a identificar, comprender y exteriorizar sus sentimientos, además de gestionarlos de una manera más efectiva, siendo esta una herramienta de expresión personal que favorece el desarrollo de la autoestima, el autoconocimiento y el pensamiento crítico, así como la creatividad y también la capacidad de introspección.

Esto les permite poder plantearse preguntas y ser capaces de dar ellos mismos, una respuesta que les ayude a buscar soluciones a esa situación concreta y, por tanto, facilitarles un plan de actuación.

Esto conlleva, como se ha señalado anteriormente, el fomento del diálogo y la educación en valores, buscando el poder sanador de la expresión de emociones, fortaleciendo esa capacidad de resiliencia, sobre todo en aquellos casos donde los niños/as se pueden ver reflejados en una historia similar a su propia experiencia vivida.

La posibilidad de encontrar una opción alternativa a través de esa lectura, ante una situación que ha podido ser traumática, dolorosa o difícil de gestionar a nivel emocional, como forma de dar respuesta a ese sufrimiento que se ha podido generar ante una situación adversa, promueve la reconstrucción de la historia desde una perspectiva de superación.

Se busca, en definitiva, que el niño pueda tomar conciencia de su recuperación y se percate de los recursos que en su momento le ayudaron a superar una situación difícil y que le demostraron las fortalezas con las que cuenta para hacer frente a esos momentos de dificultad.

Como muestra de ello, a continuación facilitamos un listado de libros de distintas editoriales y autores que han escrito e ilustrado cada libro con mucho cariño, con el fin de poder llegar a cada niño y a cada familia y/o profesores, psicólog@s y educadores, con el fin de transmitir mensajes reparadores y sanadores.

Y finalmente, os dejamos un pequeño cuento oriental muy popular de autor desconocido, a modo de ejemplo, sobre la perseverancia, la paciencia y el esfuerzo, que nos invita a la reflexión sobe estos valores tan importantes, para los más pequeños y para los que no lo somos tanto…

#Infantil #Padres #cuentoterapia, #resiliencia, #valores

Listado de libros recomendables

  • El jardín de los abrazos, de Jose Antonio Luengo (prevención del acoso escolar y promoción de buenos tratos).
  • Rabietas, de Susana Gómez Redondo y Anna Aparicio (enfado).
  • Había una vez… unos erizos, de Nazaret Cantero Muñoz y Ángeles López (resolución de conflictos).
  • Aitor tiene dos mamás, de María José Mendieta (diversidad familiar).
  • El primer día de Colegio de David, de Carmen Martín Anguita (adaptación escolar).
  • Para siempre, de Camino García (muerte).
  • El hilo que nos une, de Miriam Tirado (vínculos).
  • Adivina cuanto te quiero, de Sam Mc Bratney (amor).
  • Una visita inesperada en mi familia, de Mónica Fraca Villar (enfermedad).
  • Enma y la envidia, de Violeta Monreal (envidia)
  • Vacío, de Anna Llenas (duelo).
  • Para siempre, de Camino García (duelo).
  • El talismán de Luna, de Maryorie Dantagnan y Jorge Barudy (trauma, duelo y resiliencia).
  • Clara y su sombra, de Elisenda Pascual Martí (abuso sexual).
  • Correprisas y Tumbona, de Begoña Ibarrola (ansiedad e hiperactividad).
  • ¿A qué sabe la luna?, de Michael Grenic (trabajo en equipo).
  • El cazo de Lorenzo, de Isabelle Carrier (diversidad).
  • Orejas de mariposa, de Luisa Aguilar y André Nevés (acoso escolar).
  • Invisible, de Ely Moreno (bullying).
  • Arturo y Clementina, de Adela Turín (igualdad de género).
  • Cesar Celosaurio, de Brian Mose y Mike Gordon (celos).
  • Lulú tiene un hermanito, de Camila Reid. (celos).
  • Dentro de nuestra mamá. Jo Witck. (familia).
  • Lili entre dos nidos, de Jonna Lund Sorensen (separación/divorcio).
  • Valentina tiene dos casas, de paula Carbonell y Susana Rosique. (separación/divorcio)
  • Cuando mi corazón tiembla, de Jose L. Gonzalo Marrodán y Mª Jesús Santos Heredero (Separación/divorcio).
  • El viaje del cordón de Plata, de Loretta Cornejo (adopción).
  • Hijito Pollito, de Marta Zafrilla y Nora Hilb (adopción).
  • Sofía y su mamá de corazón, de Emma Sanchez y Lucía Belinchón (acogimiento familiar).
  • Mi nueva mamá y yo, de Renata Galindo (acogimiento familiar).
  • Un hogar para Carlota, de Jo Clegg.
  • El club de los valientes, de Begoña Ibarrola.
  • De mayor quiero ser feliz, de Anna Morató García.

                                                                                                                                                                                   

El helecho y el bambú

(…) El anciano maestro le mostró a Kishiro dos plantas que él mismo había plantado en medio de una explanada: un helecho y un bambú. Entonces, le contó su historia:

-Observa estas plantas. El bambú ahora te parecerá muy alto y robusto. Pero hace años llegué a pensar que nunca vería la luz. Verás, yo enterré unas semillas de helecho y bambú al mismo tiempo. Me gustan las dos plantas y quería tenerlas en mi jardín.

El helecho en seguida se dejó ver, con sus preciosas y brillantes hojas verdes. Pero el bambú se negaba a asomar ni un poquito. Pasó un año y el helecho seguía creciendo y extendiéndose, mientras que el bambú seguía sin nacer. Y así estuve esperando, regándolo igual, otro año más, y otro…

Y a los cinco años al fin apareció el bambú. Entonces comenzó a crecer y a crecer con rapidez. De pronto alcanzó los 10 metros, luego 20… ¡y míralo ahora! ¡Es altísimo! Pero… ¿sabes por qué tardó el bambú tanto en salir al exterior?

Kishiro pensó un rato pero no pudo dar con la respuesta.

– La verdad es que no se me ocurre nada…

– Porque el bambú estuvo cinco años dedicándose a fortalecer su raíz. Para poder crecer luego tanto, necesitaba tener una raíz grande y fuerte. Por eso tardó tanto en crecer.

– Tanto el helecho como el bambú tienen un cometido diferente, y ambos son necesarios en el bosque.

Silvia Lozano

Trabajadora Social
Intervención y Mediación Familiar

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