La adolescencia se caracteriza por ser un período de poca estabilidad emocional, en el que se experimentan importantes cambios corporales y se deben afrontar nuevas presiones sociales. Todo ello, se refleja en diversos aspectos de la vida de los jóvenes, incluyendo la alimentación.
Comer en exceso como resultado de la tensión y/o demasiado poco debido a la preocupación y rechazo del aspecto físico, tener malos hábitos de nutrición y las comidas de “moda” son los problemas alimenticios más comunes entre los jóvenes.
Estos desórdenes alimentarios se manifiestan a través de alteraciones en los comportamientos relacionados con la comida o el peso, que hacen que las personas se vayan a los extremos:
- Cambios en la cantidad y/o tipo de comida ingerida: comer grandes cantidades en poco tiempo, comer poco, eliminar alimentos o grupos de alimentos de la dieta como azucares, pasta, pan, chocolate, etc., saltarse comidas, consumo de productos bajos en calorías o ricos en fibra.
- "Manías" con la comida: comer lento, cortar en pequeños trozos, quitar la grasa de los alimentos, beber mucha agua...
- Alternar ciclos de ingesta excesiva con otros de ayuno o restricción.
- Evitar comer acompañados y las comidas sociales, saltarse comidas
- Visitas frecuentes al baño, sobre todo después de comer.
- Excesiva preocupación por el peso y la figura: preguntas frecuentes sobre el cuerpo, comprobaciones frecuentes de tamaño y forma del cuerpo, mirarse mucho al espejo, pesarse con frecuencia, tocarse la barriga, los muslos...
- Interés por la cocina, la alimentación y las dietas.
- Aumento de la actividad física y/o de la actividad en general.
- Aumento de la irritabilidad, ansiedad o tristeza
- Alteraciones del sueño
- Perdida y/o variaciones significativas de peso
Si su hijo/a padece un problema alimenticio es muy importante abordarlo lo antes posible.
A través de un adecuado asesoramiento integral la familia logrará:
- Comprender lo que está sucediendo y gestionar las emociones que la presencia de un problema alimentario genera en casa.
- Aprender nuevas formas de escuchar y apoyar al adolescente para que se sienta seguro y aceptado.
- Iniciar y acompañar adecuadamente en el proceso de recuperación.