Entendiendo el conflicto

Psicología Adolescentes

La adolescencia es una etapa de desarrollo social, biológico, psicológico, emocional y sexual posterior a la niñez. Un periodo de grandes cambios que comienza con la pubertad y termina con el inicio de la edad adulta.

En esta etapa vital, el adolescente busca desarrollar su identidad, sentirse socialmente aceptado e integrado por sus iguales. Es una fase que muchos padres y madres definen como complicada, dada la dificultad para comprender ciertas actitudes ambiguas e impulsivas que tienen.

Los adolescentes quieren ser adultos e independientes, pero no pueden enfrentarse a esa realidad sin el sustento y acompañamiento de los padres y madres. Muchas veces pueden tomar decisiones intransigentes, opuestas a las opiniones de sus tutores o con un carácter rebelde, lo que puede ocasionar conflictos y discusiones.

Utilizar la sanción y el castigo como medida educativa principal cuando se quiere cambiar un comportamiento o reconducir una conducta sin entender el mundo interno, ni expresar un entendimiento hacia la situación del adolescente, puede resultar una medida represiva que provocará mayor tensión y conflicto dentro del hogar, una sensación de incomprensión y falta de pertenencia dentro de la familia. Si esto es mantenido en el tiempo, aumentará la conducta problemática que se desea cambiar, pudiendo generar actitudes defensivas y represalias por parte del joven, además de sentimientos de soledad, ansiedad y tristeza. Todas estas acciones pueden suponer un mayor distanciamiento familiar y enquistamiento del conflicto. 

Desarrollar un clima de confianza en el entorno familiar, caracterizado por la empatía, la escucha activa y la asertividad será de suma importancia si buscamos conseguir una buena relación filioparental

  • Escucha activa: Se entiende como la capacidad de atender de manera consciente al mensaje verbal y no verbal de la persona emisora, sin desviar el foco de atención hacia otras actividades o tareas mientras el emisor se comunica, y demostrando de forma explícita la recepción y comprensión del mensaje.
  • Empatía: Es la capacidad para comprender al otro. Es decir, intentar ver y sentir desde la perspectiva de la otra persona, teniendo en cuenta sus circunstancias y cómo éstas pueden afectarles. Tener esta capacidad de colocarse en el lugar del otro no es tarea fácil dado que requiere de práctica, flexibilidad y sensibilidad.
  • Asertividad: Es un estilo de comunicación que determina en gran medida la gestión de los conflictos e interacción con quienes nos rodean. Consiste en la expresión y defensa de nuestros valores, pensamientos, sentimientos y opiniones de una forma respetuosa y cuidadosa que es perceptible tanto a nivel verbal como no verbal, ya que no solo importa que el contenido del mensaje sea adecuado sino también las formas en las que se transmite.

Empatizar sobre cómo vive nuestro hijo o hija adolescente las distintas situaciones que le afectan en su día a día y poner palabras a lo que sienten, es vital, dado que muchas veces pueden tener dificultades para describir sus sentimientos o entender de dónde proviene su malestar. Todo ello nos ayudará a entender su mundo interno y a mejorar la capacidad del adolescente de autoobservación, autorregulación emocional y reflexividad. De igual manera, es importante que los adultos entiendan y expresen las emociones que le provocan ciertas situaciones con sus hijos, ya que esto les permitirá poder poner en práctica las habilidades asertivas que tengan y servir de ejemplo para ellos y ellas.

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