Los problemas de conducta se han convirtiendo en una preocupación para familias, escuela y sociedad en general.
Algunas conductas que los niños utilizan para oponerse a dichas normas (como pueden ser las rabietas, el negativismo, la desobediencia…) son importantes para un desarrollo adecuado, ayudándoles a crear su propia identidad y adquirir habilidades de autocontrol.
Sin embargo, hay niños/as en los que la frecuencia y la intensidad de sus emociones están por encima de lo que se considera proporcionado, si consideramos su edad y su grupo de referencia.
Cuando un niño tiene problemas de conducta actúa de una manera impulsiva, agresiva, con dificultades para controlar su ira o incluso sumiso en situaciones a las que se tiene que enfrentar.
Todo esto nos indica que tiene déficit en habilidades sociales, dificultades para empatizar y para la solución de conflictos.
Es importante una buena evaluación para poder detectar aquellas conductas disruptivas y realizar una intervención precoz, ayudándoles de esta manera a tener un desarrollo óptimo.
La intervención sobre los problemas de conducta en niños, se realiza con el niño y la familia.
A través de ella, los padres aprenderán a:
- Identificar aquellos intentos de solución que están resultando ineficaces, o incluso nocivos (falta de límites claros, excesos de castigos, desacuerdos entre los cónyuges, inconsistencias a la hora de poner límites y castigos, etc.).
- Aprender a manejar eficazmente las conductas del niño.
- Adquirir habilidades de comunicación efectivas para la solución de conflictos.
- Habilidades de manejo de la ira.
Por otro lado la terapia ayudará a los niños a:
- Aprender estrategias eficaces para la solución de conflictos tanto con adultos como con sus iguales.
- Identificar las propias emociones y las de los demás,
- Regular sus emociones.
- Integrar las normas
- Aumentar la tolerancia a la frustración.
- Mejorar su autoestima y sus habilidades sociales.