El tiempo no lo cura todo, y en el caso de los niños y adolescentes solemos pensar que así será. Ellos, del mismo modo que los adultos, suelen tener dificultades para afrontar situaciones desconocidas, nuevas y difíciles, en función de su edad y de sus capacidades.
Los niños, a su manera, también buscan explicaciones a lo que les ocurre, tienen expectativas sobre su entorno, se sienten defraudados, sienten rabia cuando las cosas les salen mal o los demás no les tratan como esperan, se ponen tristes cuando les suceden cosas negativas, se preocupan por lo que ocurre a su alrededor, sienten miedo ante las dificultades, etc. La única diferencia está en las experiencias que ocasionan estos sentimientos, que tienen que ver con su entorno habitual, relacionado con los adultos significativos que conviven con él, hermanos, grupo de iguales, etc.