Prevenir y detectar la dislexia

Dislexia

La dislexia es una dificultad específica y permanente de aprendizaje de origen neurobiológico que se caracteriza por la presencia de dificultades para adquirir la lectura y la escritura, lo que implica no aprender o no dominar la lectoescritura de forma precisa o fluida. Ello es debido a un déficit en el componente fonológico del lenguaje, sin que se vean afectadas ni la inteligencia ni las capacidades cognitivas.

Los escolares con posible riesgo de dislexia, al comenzar la adquisición de la lectura, pueden presentar dificultades para reconocer la correspondencia entre los fonemas (sonidos) y los grafemas (letras). Esto deriva en problemas para automatizar el lenguaje escrito y afecta a la velocidad, la precisión y la comprensión lectora.

En muchas ocasiones, el perfil lector que predomina en nuestro idioma es el del escolar que suele leer de forma precisa, pero lenta, con dificultades de comprensión y que comete muchas faltas de ortografía. Esto es así porque el español presenta una ortografía casi 100% transparente, es decir, con muy pocas excepciones la correspondencia entre letras y sonidos es unívoca, siempre es la misma. Por ejemplo, la letra L siempre se pronuncia con el sonido ELE. De esta manera, el proceso lector se facilita considerablemente.

Precisamente, por esta característica de nuestro idioma, la dislexia no suele ser detectada en los primeros años de aprendizaje de la lectoescritura, y pasa desapercibida hasta cursos superiores, donde muchos escolares no diagnosticados pueden ser considerados como vagos, torpes, inmaduros o con problemas de atención. Algunos de ellos aprenden estrategias de compensación que emplean con gran esfuerzo para lidiar con las dificultades que les genera la dislexia, hasta que las exigencias académicas son tan altas que no logran superarlas con el uso de estas estrategias.

La dislexia es una condición de por vida; por ello, es importante detectarla precozmente e intervenir para que no se produzcan graves desfases en el aprendizaje. Aunque la dislexia en el ámbito educativo no se diagnostica antes de los 7 u 8 años, sí se debe detectar y tratar lo más tempranamente, como cualquier dificultad de aprendizaje que se manifieste desde la etapa de educación infantil.

En esta etapa de educación infantil se pueden observar signos de riesgo que, aunque no impliquen por sí mismos la existencia de dislexia, sí pueden alertar sobre una posible dificultad o retraso: alteración en el desarrollo grafomotor (trazo de las letras), dificultades para repetir trabalenguas o resolver juegos con sonidos (fonemas), también para asociar las letras con sus nombres, para aprender los días de la semana o reconocer su nombre, olvidar letras que parecían aprendidas o rechazar tareas de lectoescritura, entre otros.

La diversidad de perfiles y sintomatología que pueden manifestarse puede ser muy amplía, pero el síntoma específico de la dislexia es la dificultad persistente para adquirir y desarrollar la lectura, y el déficit fonológico está presente en un alto porcentaje de casos.

Aunque, como se ha resaltado, la dislexia es una condición de por vida, lo esencial para que no se produzcan esos desfases en el aprendizaje es prevenirla desde la etapa infantil implementando en la adquisición de la lectura el refuerzo de tareas relacionadas con habilidades fonológicas, sobre todo con el desarrollo de la conciencia fonológica1 (palabras, sílabas y fonemas) por ese orden.

Siempre a modo de juego, y con apoyos visuales como láminas, dibujos o fotografías, a continuación os proponemos actividades para potenciar estas habilidades, tanto en la escuela como desde casa. Son las siguientes:

  • Leer una historia o cantar canciones con rimas para ir completando las palabras que rimen.
  • Jugar a cazar palabras: elegir una palabra determinada como CASA y escuchar una historia muy atentos para dar una palmada cuando aparece esa palabra.
  • Elegir la letra o sílaba por la que empieza el nombre del niño o niña y buscar objetos que comiencen por ella.
  • Escoger una canción que rime y cantarla aplaudiendo al ritmo de cada palabra.
  • Realizar juegos tradicionales del lenguaje oral para desarrollar la conciencia sobre los sonidos: “Veo-veo, una cosita que empieza por LA, o por SSSSSS
  • Jugar a las palabras encadenadas: a partir de una palabra MOTO el siguiente jugador dice una palabra que empiece por la última sílaba TOMATE.

1. Para saber más sobre este aspecto, os remitimos a un artículo anterior del blog: Aprender a leer: la importancia de la conciencia fonológica.

 

Psicopedagoga y Psicóloga Máster en Logopedia Susi García

Psicóloga. Máster en Logopedia

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